Arequipa es sin duda la ciudad más bonita de Perú. Si bien Cuzco es señorial e imponente, Arequipa, la ciudad blanca, construida de piedra volcánica porosa, no deja indiferente. Se dice que la Luna se la olvidó al separarse de la Tierra.
Arequipa es una luz que sólo me recuerda a Andalucía y a Sevilla, las casas coloniales e iglesias, tan majestuosamente construidas, son un ejemplo del florecimiento español de la época que se ha mezclado durante siglos con la cultura aymara (procedente del Lago Titicaca) y la cultura inca. Esta riqueza se ve en una ciudad que se moderniza a pasos agigantados a pesar del tráfico y el bullicio.
Lo primero que descubrimos es la Iglesia de la Compañía y pienso que semejante belleza debe ser nombrada, el patio interior en piedra gris con columnas talladas intenta dar austeridad a un ambiente que tiene magia de por sí. La fachada de la iglesia jesuita es también prueba de ello. Juzgad vosotros mismos la luz, los contrastes, la geometría y la belleza final de las fotos.
Pero Arequipa, además de ser una hermosa ciudad, tiene un emplazamiento privilegiado que se deja descubrir nada más entrar en la Plaza de Armas, cuya catedral está flanqueada detrás por el Chachani (6065 m) y el volcán Misti (5822m).Como si de una postal se tratara la vista es espectacular.
La catedral es moderna, pues no en vano, este sitio tiene como moneda de cambio un catastrófico pasado manchado de terremotos y erupciones. La última en 2001. Por eso ha sido restaurada y en apariencia es moderna. Tiene dos peculiaridades, y es que es la única en Perú que ocupa todo el ancho de una plaza y es una de las pocas iglesias que tiene derecho a llevar la bandera del Vaticano, de las 100 que hay en el mundo.
Una rápida visita a la oficina de turismo nos da información de lo que hacer en los próximos días. Iremos al Cañón del Colca por nuestra cuenta en una expedición que durará tres días. Mientras tanto dos días disfrutando de Arequipa nos quedan por delante.
Una de las visitas obligadas es el “Museo Santuarios Andinos”. Es un museo reciente ante el descubrimiento de la momia “Juanita, la princesa de los Hielos” en 1995. En perfectas condiciones desde hace 500 años, Juanita fue descubierta con un montón de utensilios con ella en su tumba funeraria como vasijas, joyas, tejidos y demás…Lo que en principio parecía una visita fructífera e interesante se torna todo lo contrario. La necesidad obligatoria de un guía no es más que para alargar la visita a un museo que tiene escasamente tres salas. Un video explicativo te introduce en la historia de una niña sacrificada a los dioses para evitar desgracias procedentes del volcán Ampato. Pero el vídeo intenta inventar un “cuento de caperucita” explicando que ella misma quería ser sacrificada cuando murió adormecida y en ayunas de un gran golpe en la cabeza. “Ella quería pertenecer a los dioses, ella quería ser inmortal”, claro como los otros 20 niños encontrados momificados y helados. En fin, creo que este intento de transformar la realidad de una cultura donde los sacrificios humanos y animales estaban a la orden del día es simplemente un engaño. Y lo digo como española que no se esconde ante las barbaries que hayan podido causar mis ancestros en ésta tierra.
Al final del museo no te enseñan ni a la famosa “Juanita”, sino a otra momia parecida que tienes que ver en una cripta helada y casi sin iluminación.
Lo único positivo que saco, es que los estudios llevados a cabo han podido extraer mucha información de la vida y costumbres andinas e incas.
El segundo día visitamos lo más espectacular de Arequipa, El Monasterio de Santa Catalina. Este monasterio construido por los españoles albergaba monjas de alta clase social provenientes de España y hoy llega a ser tan impresionante que es llamando “una ciudad en la ciudad”.
Adentrarse en sus pasillos, patios y claustros te hace viajar en el tiempo. A pesar de haber sufrido muchos terremotos la reconstrucción después de los mismos le ha dado un aspecto diferente en cada una de sus partes. El claustro de las novicias en azul capta la luz de manera magistral lo que contrastaba con sus vidas de clausura. Las “novicias” debían dedicarse al silencio, la contemplación y la oración cuatro años hasta decidir finalmente si se convertían o no en monjas. Pero su vida no era tan difícil como parece en los primeros tiempos, ya que las habitaciones se componían en su mayoría de dos salas con todo lo necesario (además del ajuar que cada una aportaba) así como una cocina con horno individual y cuatro criadas a su disposición. Curioso, si cabe, pero no podemos olvidar que algunas de las novicias provenían de las mejores familias españolas que pagaban por ellas una gran suma de dinero.
El claustro naranja, de las monjas ya consagradas es una verdadera maravilla, no sólo por la luminosidad de los clores y la exquisitez de los detalles, plantas, fuentes…sino también porque puedes perderte en las calles, todas con nombres de ciudades de España.
Cabe destacar que éste lugar es también de peregrinación ya que albergó a Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, que fue beatificada en 1985 por el Papa Juan Pablo II. Se le atribuyen milagros y predicciones de todo ámbito.
La gastronomía arequipeña tiene mucho renombre así que no podíamos irnos sin probar el famoso “ceviche” pescado al limón casi crudo servido con ensalada. Demasiado ácido para mi gusto, no acabé el plato. Lo que sí me gustó es el “mate de coca” (infusión de coca) que aquí lo hacen además en forma de cocktail con muy poquito de aguardiente y algo de jengibre.
Nos despedimos de una ciudad en la que hemos estado muy muy a gusto y de la que el recuerdo de su luz se nos quedará grabado. Próximo destino Lago Titicaca (Puno).